agosto 11, 2007

Skinhead ayer y skinhead hoy: una realidad a confrontar

Ya, hay que decirlo, el movimiento skinhead ya por nuestros días es una moda, pero no hablaré de eso ahora.


De lo que si hablaremos es de la realidad del skinhead de ayer con la del de hoy. El de ayer, recordemos sus inicios (como acostumbran los tradicionales), era el típico chico del barrio que se rapó para no parecer hippie. Comenzó a vestirse elegante: su vestimenta era igual para todos los días, provista de las mejores y muy famosas botas doc martens o camisas ben sherman y con tirantes en alusión a los obreros. Todos los días era excusa para beber o salir con los amigos sin importar que en las mismas calles en las que deambulaban, mataran gente, hubiera hambruna, injusticia o situaciones de este tipo, situaciones reales que afectan hoy en día a cualquier alma sensible. El típico skinhead del ayer, el skinhead del pasado, el skinhead tradicional, el skinhead que vivía en la Inglaterra del 1969, el skinhead que disfrutaba de la música jamaiquina y el ska, de las cervezas y el fútbol, por una cosa de gusto y no de desinformación, estaba lejos de tomar las riendas de una vida consciente y activa ya que lo único que lo motivaba era carretear y quedar inerte sin importarle nada, dejando a otros, los políticos, el trabajo sucio, el trabajo de pensar y actuar.


El skinhead de hoy es totalmente distinto. Por un cuento de realidad, por un cuento de vivir en un país distinto, con otras necesidades, con otras personalidades. Más de 35 años ya que tenemos de cerca la cultura skinhead y por lo mismo, como pasan los años, como pasa la vida, las cosas cambian, y el skinhead, por mucho que los tradskins existentes hasta nuestros días se nieguen a esto y sigan con su discurso de “recuerda tus raíces”, el movimiento hoy es otro, en nuestro país es otro y hay aceptarlo como tal.


Si bien esos mismos tradskins viven tras las sombras del skinhead antiguo, debo reconocer que hoy la realidad es distinta. El skinhead de hoy actúa, piensa, lucha.


En él no existe el concepto de apoliticismo, el rechazo absoluto a todo forma de hacer política, pero desde que nacemos hacemos política, todo es política, negar esto es una contradicción casi biológica como dijo un político alguna vez, irónicamente y aunque usted no lo crea. Nosotros no negamos la política, lo que si negamos ES LA FORMA de hacer política, es decir EL METODO. Odiamos y rechazamos la política gubernamental, la política de estado, la de economía, porque en el fondo, se aprovecha del pobre y alimenta al rico, viven a costa de nuestro propio esfuerzo (y de la raya que firma cada uno de miles de inscritos en el registro electoral). Pero no nos escapemos, el skinhead de hoy, el conciente, el activo, el libertario, el que está en la calle donde las papas queman, ayudando al desvalido no podría ser apolítico. Actúa, piensa, combate desde las más lejanas trincheras en algunos lugares, pero lo hace con extrema convicción y repudia el sedentarismo de aquellos que se quedan dormidos esperando que la vida les pase por delante de los ojos, como desgraciadamente hacen los tradskin, que por no meterse en política, porque “está lejos de la esencia de nuestra cultura”, simplemente SE PASA POR LA RAJA que la gente sufra injusticias, que se muera de hambre, que no tenga casa, entonces surge la pregunta, ¿dónde les queda su sentimiento al orgullo obrero que tanto admiraban?. Les da lo mismo hablar con nazis o antinazis pero a la hora de que un nazi les pegue, ¿les dará lo mismo pienso?. Eso es lo que produce el apoliticismo y por el cual los tradskins se convierten en personajes de leyenda herméticos y escépticos frente a su realidad: conformismo puro y apatía.

Si bien nuestra subcultura es identificada como una cultura de protesta, de acción y de a veces intolerancia, ¿hasta cuándo aceptaremos inertes personajes que vean la vida pasar sin más, aceptando lo que venga, sin pensar el por qué, sin pensar EN ELLOS MISMOS?


Chicos, chicas…¿hasta cuándo?

Por Lulúskg*, junio 2007